domingo, 20 de diciembre de 2009

Familias

Es curioso, pero hablar de nuestras familias nunca es fácil. No me refiero a decir lo mucho que disfrutamos cuando vemos a tal o cual primo, o lo felices que somos o que aparentamos ser, cuando en una boda, todos nos vemos las caras. Cuesta mucho afrontar las realidades familiares, y cuesta todavía más hablar de ello. Tan sólo nos tenemos que fijar con cuantas personas hemos hablado de nuestras familias, de lo que en una infancia pasamos, o de lo que llevamos viviendo desde que tenemos uso de razón, y no hablo de cosas precisamente felices, sino de esos pequeños o grandes lastres que absolutamente todas las familias tienen y contienen, y que indiscutiblemente forman parte ya, de lo cotidiano de nuestras vidas. La familia de Karina forma parte de esos grandes lastres, que a veces, resultan del todo insoportables.

Desde aquí, quiero mencionar a Miri y a Mei. A la primera, porque con ella vi El Príncipe de las Mareas, y creo que nos revolvió un poco las conciencias, y sin duda fue un momento muy especial, como un insight, diria yo. Y a Mei, por todas esas horas juntas hablando, por todas las reflexiones a lo largo de la asignatura de Educativa, y por todas esas conversaciones en las que sin miedo nos hemos despojado de corazas y hemos hablado, sin medias tintas, de Familias. Gracias a las dos.

Y acabo con un texto, de E. Galeano:

" La extorsión, el insulto, la amenaza, el coscorrón,la bofetada, la paliza, el azote, el cuarto oscuro, la ducha helada, el ayuno obligatorio, la comida obligatoria, la prohibición de salir, la prohibición de decir lo que se piensa, la prohibición de hacer lo que se siente, y la humillación pública. Son algunos de los métodos de penitencia y tortura tradicionales en la vida de familia. Para castigo de la desobediencia y escarmiento de la libertad, la tradición familiar perpetua una cultura del terror que humilla a la mujer, enseña a los hijos a mentir, y contagia la peste del miedo.
Los derechos humanos tendrían que empezar por casa".