viernes, 28 de mayo de 2010

Encuentros



Vagué meses para encontrarte, al final coincidimos una noche -¿por qué siempre es de noche cuando nos topamos con gente realmente importante?-, una noche inconsciente, una noche calurosa, inocente. Hablamos? De eso ya no me acuerdo, tal vez hablamos con miradas solamente. Más tarde, siete semanas mas tarde, se hizo la luz. Otra vez nos volvimos a ver. Esta vez empezamos a hablar. Nos fuimos al parque, al banco del parque, eran las 5 de la madrugada. No importaba. Se trata de esas pocas situaciones en la vida en que el tiempo se detiene, en que nada duele, en que no hay sufrimiento, en que estás tan bien que quisieras pausar el momento para toda una eternidad. Los pájaros empezaban a cantar y ya clareaba el día. Nos fuimos. Y seis años más tarde te encuentro en una ciudad que no es la mía. Berlín. Caminando por toda la orilla del río, después tumbada en aquella hamaca viendo los barcos pasar, más tarde en el baile donde parejas bailaban a la luz de pequeños farolillos como si hubiéramos vuelto a los años 50, y acabando en Alexanderplatz, viendo brillar de noche la ciudad donde tú también estabas.

lunes, 17 de mayo de 2010

otros micromundos

Ánimos para todos los que entran, y enhorabuena a todos los que se van. Olor antiséptico, caras largas, lugar de trabajo. Solo unas horas, pero en ocasiones meses y años. Abrir vía, electrodos, tensión sistólica y diastólica. Suero, antibióticos intravenosos. Me mareo, ya recobro el color. Anestesista que me llamaba Elenita con mucha dulzura. Color blanco y verde. Anestesia intradural raquidea. Camillas duras, frío. Enfermeras que sonreían mucho, médicos que no sonreían tanto. Compañeros.

De vez en cuando entrar en un micromundo ajeno al tuyo, no está tan mal.