Estoy comenzando a hacer una investigación tutelada acerca del suicidio, para lo cual he tenido que recurrir a gran bibliografía, entre otras cosas. Aquí os pongo un extracto de una obra que consulté, que me llamó profundamente la atención:
"Pocos temas conjugan a tan a la perfección a la persona con la sociedad; ninguno hemos elegido haber nacido, pero desde que llegamos a este mundo estamos sometidos a un proceso de "socializacion" que nos hace convertirnos en lo que denominamos "personas". Y en este proceso en el que los padres son los encargados de cumplir con los planes de la sociedad, de crear seres adaptados al sistema, implica toda una forma de pensar, de sentir, y de actuar. Forma que algunos, lógicamente los menos, no comprenden o no aceptan [...]. Un sujeto adaptado socialmente es aquel que no cuestiona los valores que le ha inculcado la sociedad, convencido de que él o ella tiene sus ideas, sus propias ideas, y de que curiosamente éstas coinciden con las que el sistema pretende inclucar; todos contentos; todos felices.
Pero con algunas personas de la sociedad no funciona bien este proceso. Desde un plano sociológico, quizá se trate simplemente de un "reparto de la tarta", de los privilegios sociales. Así, para que algunos vivan mejor en la sociedad, otros tendrán que vivir peor; en definitiva para que haya ricos tiene que haber pobres, para que haya sujetos que son tratados bien por la sociedad dentro de ese pacto social que crean los organismos e instituciones que nos rodean, dichas organizaciones no pueden beneficiar a todas las personas por igual. No vamos a entrar en cuestiones tales como el "estado del bienestar" tan mañido hoy día; simplemente la sociedad mantiene ese dobre rasero en su práctica; nos protege de múltiplels vicisitudes. Pero no nos protege a todos por igual. Parafraseando a Georges Orwell en su Rebelión en la Granja, "todos somos iguales, pero unos más que otros" [...].
Muchas cosas le tienen que pasar aun ser humano para que llegue a asumir que el suicidio puede ser algo positivo, simplemente porque ese barniz que nos ha inculcado la sociedad a través de tantos años, no se puede quitar tan fácilmente. Es por eso que pensamos que el sujeto que se suicida ha recorrido todo un camino, un camino de desilusión. [...]. Algunas personas no llegan nunca a dar ese paso final del suicidio, y permanecen años muertas, social y psicológicamente; seres adaptados socialmente, que siguen produciendo para la sociedad y asumiendo sus dictados, a pesar de que ya no pueden esperar absolutamente nada de la vida. Otros, unos pocos, emiten avisos a su alrededor para procurar que las cosas cambien, para no resultar tan dañados por esta vida. Y los menos, quizás los más valientes, deciden acabar con su situación de auténticos cadáveres y se quitan la vida físicamente [...].
Clemente, M. Suicidio, una alternativa social. (1996)
Sin lugar a dudas deja espacio para la reflexión.
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