Tan sólo estas frases. Nada más. Como un solo de guitarra, sin nada que lo acompañe, trepando con fuerza con su lamento.
“Es como sembrar en la arena, la Humanidad se ha vuelto insensible al dolor ajeno.”
“Aquí estoy, tan abandonado e impotente como no lo estuvo jamás hombre alguno, sintiendo cómo la ira me devora día a día las entrañas de tanto odiar sin saber a quién odio”.
“Obligarle sobre todo, a recordar aquella indescriptible sensación de libertad, que podía experimentarse al girar la vista alrededor, y sentirse completamente solo en este mundo, minúsculo frente a la grandeza del paisaje, pero infinitamente grande al mismo tiempo”.
A. Vázquez Figueroa. Ébano.
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