Como la luz de mil luciérnagas que cohabitan en la noche,
como vagan dos viejos conocidos en la profundidad de su cadencia melancólica,
como sienten dos amantes sin sentido,
como dos crias de coral perdidas en el agua,
como miran sin ver nada dos personas divididas,
como caen largo y lento los corazones perdidos,
como si el vacío bailase con el todo,
como si el todo no fuera nada.
Y de nuevo, años después, Edward Estlin Cummings:
"Un misterioso intruso en mala hora surgió en mi vida y desató un infierno. Encontré duro perdonar porque al fin resultó ser yo mismo. Ahora sin embargo, ese demonio y yo somos amigos inseparables para siempre."
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