martes, 3 de julio de 2012

Picar la piedra

Varias veces he oído decir a Rubén: nada cambia si nada cambia. Yo quiero modificar sensiblemente la afirmación: nada cambia si tú no cambias. Puedes encomendarte al mejor whisky siete noches a la semana, puedes recorrer 600 km de camino a pie con una mochila de 10 kg pidiendo que tu promesa o petición se cumpla al llegar a tu destino, puedes esperar que un quirófano te ayude a quitarte aquello que sobra en tu cuerpo o ponerle lo que le falta, puedes esperar que un medicamento te cure… pero el problema corre el gran riesgo de volverse a repetir si no llegas al origen, te haces consciente del verdadero problema y lo aceptas. Y algo tan sencillo llega a ser tan complicado que te puede conducir directamente a tu tumba. Aceptar ciertos problemas, puede ser tan insoportable que hay quien prefiere morir para evitar encararlos. Por eso me parece que es necesario desaprender el miedo. Muchas personas han estado, y están encarceladas en la escuela del miedo:
-          No voy a intentar esto porque igual pierdo lo poco que tengo ahora
-          Tengo miedo de lo que mi madre, padre ( y un etcétera  enorme: hermano-a, abuelo-a, novia-o, marido-mujer…) diga, piense, o haga
-          “Más vale malo conocido que bueno por conocer”
-          No soy feliz con mi pareja pero tengo miedo a estar solo/a y por eso sigo en esta farsa
-          Etc Etc Etc
Y esto es devastador, porque condiciona física, psicológica y emocionalmente nuestra existencia. Creo que necesitamos desaprender el miedo, decodificarlo, comprender por qué se instauró y desde cuando. Y después de esto comenzar a dejar fluir la emoción que el miedo ha colapsado, que por mayoría aplastante suele ser la ira.
Hace cinco días una estupenda persona me dijo, medio sonriendo:  “alguien tiene que picar la piedra”. Es un colega de profesión, podríamos llamarlo así, aunque es mucho más que eso. Lo curioso es que ese lema me recordó, casi remotamente a otro lema que en un pasado escuché de una voz cercana: “alguien tiene que hacerlo”.
Mi dilema está en si realmente, en el fondo de mi ser, y con todas sus consecuencias, quiero hacerlo. Ahora mismo veo una luna llena preciosa. Espero que me ilumine, aunque solo sea un poco, este camino.

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