El tráfico suena abajo como cada día, sordo y mudo. Sin más que esperar, sin una voz que te haga despertar y salir a gritarle al mundo que aún queda algo de vida en tu interior. Que aún puedes dar todo el amor que jamás a ti te dieron. Que aún puedes sonreír de verdad, estando seguro de que no aparecerá una mueca distorsionada en tu cara, como un mal esbozo de lo que un día fue tu felicidad.
Todavía puede ocurrir, si lo deseas.
Solo si lo deseas.
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